Transferido el dominio «entradas.es» por decisión de la OMPI.
Por otro lado la parte demandada entiende que el dominio es un genérico, que en la actualidad todavía se está desarrollando el portal y que en ningún caso ha habido mala fe en el registro del nombre de dominio y que la parte demandante no ha podido demostrar dicha mala fe.
El panelista concluye la decisión reconociendo:
1º Que existe una evidente identidad entre las marcas registradas y los nombres de dominio.
2º Que el demandado no ha demostrado que exista un derecho e interés legítimo. En este caso no le ha servido como prueba los documentos aportados por el demandado en los que se establecían los planes de desarrollo del nombre de dominio.
3º Y creo que al final el argumento que ha sido determinante para el panelista: La mala fe en el registro. El panelista a través de una afirmación categórica establece que «queda patente que el demandado ha adquirido el nombre de dominio fundamentalmente con el fin de atraer, con ánimo de lucro, a usuarios de Internet a su página web perturbando a su vez la actividad comercial de la Demandada, al crear confusión en el consumidor». De hecho concluye que «para el experto resulta altamente probable que la demandada al momento de solicitar el nombre de dominio en disputa haya tenido conocimiento de los derechos e intereses legítimos en que la demandante ha amparado su pretensión en este procedimiento».
A mi entender y siempre salvo mejor opinión, dejando a parte que no me gusta nada que en una decisión se utilicen términos como «altamente probable» (una cosa es o no es, pero lo que no puede ser es «altamente probable» ¿es esto justicia?), creo que el panelista se ha dejado llevar por su «sexto sentido», ese sexto sentido que establece que un dominio genérico, registrado bajo un ccTLD, por una «empresa» sita en un posible paraíso fiscal y encima estacionado en un parking de dominios tiene una alta probabilidad que se haya registrado para «especular con él». ¿Es esto razón suficiente para quitárselo?